La capital de La Rioja tiene mucha solera y en tu camino hacia las tascas más auténticas no podrás evitar pararte aquí y allí, en una iglesia, un museo, un rincón, una callejuela. No nos cabe duda de que podrás sacarle todo el jugo a esta antigua y amable ciudad.
Cosas que hacer en Logroño
Logroño es una ciudad pequeña y acogedora que tiene mucho más de lo que puedas pensar. Al explorar las calles medievales del casco antiguo, puedes empezar por la calle Ruavieja, famosa por la cantidad de calados (bodegas subterráneas) que alberga, alguno de ellos visitable. En tu avance hacia el centro pasarás por la preciosa iglesia de Santa María de Palacio y por la enorme concatedral, con sus torres gemelas barrocas.
No puedes ir a Logroño y no sumergirte en la cultura del vino, el protagonista en estas tierras. Puedes hacerlo de dos maneras; dirígete a la mítica calle Laurel y acompaña deliciosas tapas con unos buenos vinos, no en vano se le llama “la senda de los elefantes”, porque más de uno ha salido con una buena trompa y a cuatro patas. La otra opción es hacer una visita a alguna de las bodegas de Denominación de Origen Calificada de la Rioja, que siempre va acompañada de una exquisita cata de vinos.
Si después de todo esto necesitas despejarte, no hay nada como caminar por el refrescante paseo del Espolón o el enorme parque del Ebro, este último junto al río. Desde allí podrás dirigirte a contemplar e incluso atravesar los dos famosos puentes de Logroño, el de piedra, símbolo de la ciudad, y el de hierro, construido en el siglo XIX.
Cómo moverse por Logroño
Logroño es una ciudad recogida que se puede explorar perfectamente a pie, especialmente si te mueves por el centro, pero también dispones de autobuses urbanos para desplazarte a puntos más alejados. Llegar a la capital riojana es fácil en tren o en autobús. El aeropuerto, no obstante, solo recibe vuelos domésticos.