El hotel está bien ubicado, cerca del río, se puede ir caminando desde allí a cualquiera de las principales zonas de Chicago. La hora de checking es a partir de las 3, cuando llegué eran casi las 5 y tuve que esperar a que terminasen la habitación. Te piden una tarjeta como garantía, y de pronto te llega un SMS notificandote que te han cargado el precio de la habitación más 90 dolares 'para imprevistos', de lo cual te informan cuando te acercas nuevamente al mostrador, no antes. La habitación está bien de tamaño, tiene hasta una pequeña cocina, una mesa con un par de sillas y un sofá. El problema empieza con el aire acondicionado, que parece el motor de un avión. Lo apagas y entonces te das cuenta que el aislamiento termico es penoso, así que hay que optar entre ruido o frío. El aislamiento acústico tampoco es destacable, sobre todo si tienes una torre de ventilación debajo de tu ventana. El remate ya es el olor permanente a comida en la habitación, y no precisamente por haber utilizado la cocina...